sino la moderación. Y afirmaba que,
si disfrutáramos realmente de las cosas,
seríamos espontáneamente moderados.
Cuando le preguntaron por qué se oponía
a las prácticas ascéticas, respondió:
Porque producen odiadores del placer
que siempre acaban convirtiéndose en
inflexibles y crueles odiadores de las personas.
Pero hay muchos amantes del placer,
–le replicó alguien–
que también son inflexibles y crueles...
No exactamente.
No es el placer lo que aman,
porque se atiborran de él.
Lo que aman es el castigo que infligen
a sus propios cuerpos con el placer excesivo.
Anthony de Mello, del libro Un minuto para el absurdo
Imagen: A la siesta by Adriana Toledo Pedroza, pintura acrílica sobre tela, 100 x 80, 2008
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